Por Doctor Diablo
La “vuelta a casa” del personaje referencial de Marvel Comics junto a Lobezno antes de que el MCU pusiera en primera plana a Iron Man y Los Vengadores resulta en una película alegre, dinámica y con muchos aciertos pero también con un par de pegas y un error de base que resulta imperdonable para cualquier fan del personaje más allá de sus encarnaciones cinematográficas.
Lo primero a resaltar es que dentro de las constantes, y mayormente merecidas críticas al MCU por la falta de villanos de lustre es que aquí han dado en el blanco. Primero: por crear un malo con matices, que por un lado es un tipo violento y que se dedica profesionalmente al robo y es incluso capaz de asesinar si es necesario, pero por otro es un solícito padre de familia y un tipo de clase trabajadora que ha sido empujado al límite por la ambición corporativa de las empresas Stark. Toomes es como todos esos miles de autónomos con pequeños comercios/empresas que la estructura neocon condena a la desaparición. Pero donde normalmente otro echaría el cierre, él se reconvierte inteligentemente en un implacable depredador de la misma estructura que lo ha querido fagocitar. Segundo: si además le das el papel a un fucking master como Michael Keaton, que potencia por diez el efecto de cada diálogo con una presencia tremendamente amenazante trabajada desde sutiles inflexiones de voz, miradas que hielan y un lenguaje corporal de una animalidad apabullante tienes premio asegurado.
Muy bien resulta también la fusión de elementos de todas las encarnaciones de Spiderman y sus secundarios, tomando y mezclando elementos de la original, de la de los años 90 (Ultimate) y de la más reciente, representada aquí por el mejor amigo de Peter, que pese a llamarse Ned Leeds como su compañero de trabajo en el Daily Bugle y que acabaría convirtiéndose en El Duende, tiene el aspecto físico y el carácter del mejor amigo del segundo Ultimate Spider-Man Miles Morales (Ganke Lee). Todo esto resulta en un constante juego de guiños y referencias muy entretenida para los fans del cómic que deben ir desentrañando este particular “quien es quien”. Puntos también para la modernización de ese instituto y su tono cómico/festivo/romántico deudor del espíritu de John Hughes, donde ya se pueden ver los actuales rasgos del orgullo “geek”, siendo no ya los estigmatizados cuatro ojos de 20 años atrás sino más bien una tribu urbana con cierto orgullo de clase. Porque no nos engañemos, ser friki se está volviendo mainstream.
La historia sin ser particularmente brillante y dar cierta sensación de que tiene las secuencias de acción metidas con calzador resulta ágil, no busca meterse en mayores fregados y prefiere ceder protagonismo al personaje frente a la trama. Y eso aquí es un acierto tremebundo dado que Tom Holland es una dinamo a pleno funcionamiento, un maquinote de carisma adolescente que tritura y escupe a todo aquel que se atreve a compartir plano con él salvo tito Keaton y que resulta, sin ninguna duda, la encarnación definitiva del trepamuros, que no de Peter, pero eso no es culpa suya sino de un monumental error de concepto sobre el que iremos más adelante. Trabajo de dirección correcto, simple y al servicio del aire dinámico que se le quiere dar a la cinta, sea por voluntad o por falta de mayor talento/estilo del debutante y unos apartados técnicos que sin ser para tirar cohetes tampoco rascan en ningún momento. Especialmente bien conseguida está la forma de moverse y luchar de Spidey, la más “arácnida” de las vistas hasta la fecha
En la parte de los contras nada a priori a objetar al “lavado de cara”, por llamarlo de algún modo, de Tia May –- May a secas aquí — uno de los personajes más anacrónicos y cansinos del Universo Marvel en los cómics durante muchos años, que tenía razón de ser en los años 60, pero en los 90 cuando yo era un chavalín ya olía a naftalina. Eso sí, la ejecución me parece bastante cutre y de mal gusto. Todos tenemos ojos en la cara. No hacen falta casi media docenas de bromas a costa de que Marisa Tomei, que para más joder es una actriz con un timing cómico impecable y a la que se podría haber sacado mucho jugo, es un pibón, y que además sólo es eso; porque como personaje es nulo, no hay ningún desarrollo en su relación con Peter, es un florero MILF o en este caso AILF, para el chascarrillo de bar. Cosa que en una peli que va de interracial, moderna y progresista huele a rancio.
Y llegamos a la madre del cordero. Spider-Man: Homecoming se nos ha vendido casi con el subtítulo “tranquilos que no os vamos a dar la turra otra vez con la araña, el Tio Ben y toda la mandanga”. Es decir no es una historia de origen. Pero sí lo es. Y uno erróneo, o al menos no el origen de Spider-Man. Yo fui el primero en celebrar que no tuviéramos que volver a pasar 45 minutos viendo otra versión de las mismas escenas, pero lo que no esperaba es que se hubiera extirpado del personaje la esencia misma de lo que le lleva a ser quien es. Puedes montarte una escena virguera estilo apertura de“Up”, ya sé que pido maravillas, o simplemente enseñarlo todo en viñetas dibujadas por algún artista puntero de Marvel en menos de un minuto, o poner una foto de un señor en una repisa y que a la Tomei le caiga una lágrima al mirarlo mientras cenan y Holland la abrace incluso sin diálogos y ponga cara de “yo podría haberlo evitado, no volverá a pasar” …o yo que sé!!! Pero lo que bajo mi punto de vista no puedes hacer de ninguna manera es que los padres de Batman no murieran en el callejón, o que a Bruce Wayne le sude la polla, porque entonces directamente ese no es Batman. Punto.
Porque en esta nueva historia de orígenes la relación de Peter con el mundo superheróico y su aceptación final de la responsabilidad con el ciudadano de a pie se establece básicamente por su admiración hacia los Vengadores y una cutre-salchichera relación de mentor-alumno con Tony Stark que permite que Robert Downey asome el morro para incrementar 100 milloncejos la taquilla y poco más. En ningún momento hay la más mínima referencia al sentido del poder y la responsabilidad que ha permitido a Spider-man tener aventuras increíblemente épicas y emotivas sin dejar de ser divertidas a lo largo de 50 años de vida y que es su principal superpoder más allá de los atributos arácnidos. Y que además le hubieran permitido demostrar a Holland un rango actoral que posee sin duda y que le capan completamente.
No hay lugar para la duda, para el miedo al fracaso y sus consecuencias, para sobreponerse a él y ser no el más fuerte, ni el más listo pero sí el mayor héroe de Marvel. Es el tipo que siempre cae, pero el que siempre se levanta porque de no hacerlo podría devenir en la muerte de un inocente, un pensamiento inasumible para Peter Parker y para cualquiera que lo haya seguido, querido por su corazón de oro, reído con sus ocurrencias y sufrido con sus pérdidas más dolorosas. Porque ese es Spider-Man, no el disfraz, igual que el niño que crían Alfred y Leslie es el Caballero Oscuro y por ello y no por otra cosa son irremplazables bajo la máscara y el faro más brillante de cada una de sus respectivas editoriales. De eso, aquí, ni rastro. Quizás después de ver Doctor Extraño y ésta tenga que empezar a plantearme callarme un poco la boca cuando me vengan con el tema de la fórmula…. Y me jode, pero no soy un fanático y en ese sentido empieza a oler a telaraña quemada en el MCU.